RED HOTEL


Tiene muchas, muchas habitaciones. Pero ninguna igual a la otra. Ha pasado mucha gente por él. Algunos viven en forma permanente, tienen cuartos “Vip”, ni siquiera es necesario que paguen la renta. Otros han pasado fugazmente, sin dejar ningún rastro, no volvieron ni por el equipaje. Unos estuvieron en lugares comunes, un poco más de tiempo, pero debajo de la escalera. En una época creí que todas las habitaciones estaban llenas, y de repente me daba cuenta que tenía que ampliar el edificio. Estudiaba al nuevo inquilino y le construía una nueva habitación, eso si, provisoria. Tal vez me decepcionara y debiera desalojarlo, pero podría aparecer otra persona y ocupar ese lugar. Pasó muchas veces, en que me encontré con cuartos vacíos, en que esa gente se había ido y yo ni siquiera me había dado cuenta. Otras aún viven en esas habitaciones, incluso a algunos les tuve que ampliar ese lugar, pintarlo, cambiarle las alfombras, cuidarlas para que no se fueran, realmente valen la pena, son “clientes de lujo”. Hubo un tiempo en que tuve que cerrar la entrada con llave, muchos golpeaban, yo pispeaba por la mirilla de la puerta y hacía como que no había nadie, dejaba que se fueran, no me interesaban, pensaba que las piezas estaban llenas y no tenía ganas de seguir construyendo. Yo era el inflexible dueño, al que nada se le escapaba en la administración, que conocía todos los puestos de trabajo, desde la limpieza hasta la gerencia, pasando por botones, recepcionista, cocinero, mozo… Lo más increíble de todo es que ahora me he dado cuenta de que este hotel no tiene límites, que puedo agrandarlo hasta donde yo quiera. O hasta donde yo crea necesario.

2 comentarios:

Marcelo Camisay dijo...

Genial!!!!!!!!!!!!!
Fantástico.
Me encantó,hasta dá para tema de disco.
Haceme acordar sobre este relato en privado please!!!

raul alberto banini dijo...

espectacular orgulloso de ser uño de tus hermanos gracias por venir a mi cumple