ARMOR AND SWORD


Ahí estaba, con una rodilla en tierra. El golpe había llegado, no tan fuerte como otros recibidos anteriormente, pero había dolido. En realidad lo esperaba, pero lo había tomado por sorpresa. Además, su viejo instinto guerrero – ese que nunca lo abandonaba – le avisaba que otra lucha estaba por comenzar, veía oscuras nubes sobre el horizonte. Los viejos signos volvían a hacerse presentes.

Pensó que el escudo no había sido suficiente protección, estaba roto. Entonces se levantó, sacudió la tierra que tenía en su rodilla, y caminó hasta su viejo baúl. Lo abrió y ahí estaban, un poco opacadas por el tiempo de encierro. Las sacó, las observó y fue inevitable que las imágenes volvieran a hacerlo revivir viejas batallas, algunas ganadas, otras perdidas, pero todas peleadas con nobleza. Marcas de balas, piedras, flechazos y, mirando las huellas, tomó conciencia de qué cerca del corazón habían pegado algunas. Pero sus viejas compañeras siempre lo habían protegido.

Las llevó hasta la mesa, buscó las herramientas adecuadas y reforzó las partes que estaban más dañadas, con abolladuras, con grietas, con agujeros, y luego las lustró prolijamente, las pulió hasta que retomaron su antiguo brillo.

Ahí estaban: él, su espada de doble filo y su vieja armadura. De pié mirando el horizonte, con la confianza que le daba la experiencia. Dispuesto a dar, nuevamente, duro combate.

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